La temporada otoñal nos trae el aroma de las castañas asadas y un recordatorio de la sana resistencia canaria a que la tradición anglosajona de la fiesta de Halloween reste protagonismo a una de las tradiciones más emblemáticas de las islas: la Noche de los Finaos.
Aunque el término “finao” se refiere a una persona fallecida porque hace referencia a una fiesta popular canaria que se celebraba en la noche previa al Día de Difuntos (del 1 al 2 de noviembre), su significado cultural dista mucho de ser algo tenebroso. El Día de los “Finaos” tiene un entrañable origen de celebración familiar en la que, durante la noche del uno al dos de noviembre, se reunían padres, hijos, abuelos, nietos y vecinos cercanos para recordar y contar historias de sus ancestros a la luz del fuego, cantar y participar en juegos tradicionales, mientras degustaban sabrosas ‘chucherías’ de temporada entre las que no faltaban las castañas asadas y un buen ‘riego’ de vino, anís y ron miel.
Esta celebración solía acontecer en la casa de los abuelos, en las azoteas o en los “cercaos” (fincas o llanos de la familia). Cuentan las crónicas que los niños acudían a las casas de los mayores en busca de los “finaos” que no eran otra cosa que frutos secos, dulces o pan. El ritual, consistía en tocar a la puerta y preguntar: “¿Hay Santos?”. Acto seguido, la dueña de la casa decía que sí y les llenaba la bolsa o la talega que portaban para la ocasión de almendras, nueces, higos pasados o castañas. Sin duda esta es una tradición mucho más saludable que la del ‘truco o trato’ del importado (e impostado) Halloween.
Para la celebración familiar, cuenta la tradición, se hacían platos más elaborados como el pan de finaos (bollo dulce en forma circular que representa una cabeza de muerto con cuatro canillas que representan los huesos) el queso de almendras e higos, el frangollo, “piñones” incluso se podía matar algún animal si la economía familiar lo permitía.
Ya entrada la noche se continuaba con la celebración y la participación de los “ranchos de ánimas”, unas agrupaciones compuestas por un grupo de entre quince a veinte hombres que cantaban por las almas de los difuntos. Una vez terminada la fiesta, ellos continuaban cantando por los barrios o pueblos cercanos a modo de pequeña gira artística que finalizaba el 2 de febrero, día de La Candelaria. Por lo visto, el dinero recaudado era entregado al párroco para sufragar los gastos de los entierros de personas cuyas familias carecían de medios para cubrirlo.
Celebrar Halloween puede ser muy divertido, pero no tendría sentido desperdiciar tradiciones autóctonas tan especiales como la de los ‘Finaos’. Una celebración perfecta que nos recuerda que esa inevitable caída de hojas otoñales que a todos nos alcanza, puede ser cálida y preciosa. Estamos en la estación de los colores ocres y anaranjados, de los frutos secos, de los boniatos, las calabazas, las mandarinas y las granadas… Y qué mejor homenaje a nuestros ancestros que recordar sus anécdotas mientras preparamos algunas de las recetas tradicionales. Los ingredientes, como siempre, están al alcance de un clic en nuestro Mercado Digital, y la propuesta culinaria va a ser esta vez tan sencilla como imprescindible si hablamos de la ‘Noche de los Finaos’:
Castañas guisadas con matalauva
Ingredientes:
- Castañas
- Anís en grano (matalauva)
- Sal
- Agua
Preparación:
- Es importante recordar que a las castañas se les hace un corte para que se guisen bien en su interior (y no estallen).
- Una vez hecho el corte, las incorporamos en un caldero con un buen puñado de anís en grano y de sal.
- Acto seguido, se le añade agua sin necesidad de cubrir, se tapan y dejamos que se guisen a fuego medio hasta que estén bien cocinadas.
- Las servimos bien calentitas… y las compartimos en buena compañía.
¡Feliz Noche de los “Finaos”!